La búsqueda de la salud integral va más allá de simplemente alimentarse bien. La nutrición integrativa emerge como una poderosa aliada para prevenir enfermedades crónicas y promover el bienestar físico, psicológico y emocional a lo largo de la vida.
Según la nutricionista Sandra Moñino, de Nutriciónate, la nutrición integrativa va mucho más allá de diseñar una dieta. «No solo miramos la opción de introducir una dieta y ver cómo reacciona el paciente, sino que miramos mucho más allá de la alimentación para buscar otros factores que pueden influir: calidad del sueño, la gestión del estrés, entre otros”.
Para alcanzar un estado óptimo, es crucial reconocer que el 80% de la salud se deriva de una alimentación saludable, pero el restante 20% juega un papel igualmente relevante. Factores como la exposición a la luz solar, contacto con la naturaleza, descanso adecuado, evitar cenas tardías y realizar ejercicio físico son piezas esenciales en este rompecabezas de bienestar.
La nutrición integrativa se inicia con un enfoque integral, desde un formulario inicial hasta análisis hormonales y de salud digestiva. «Todo ello para determinar si hay que aplicar otro tipo de objetivos aparte de un plan de alimentación que le vaya bien al paciente”.
La importancia del 20% radica en su capacidad para potenciar la efectividad de una buena alimentación. «El 20% parece que no es importante pero será el responsable de que podamos cumplir con una buena alimentación porque si, por ejemplo, tienes mucho estrés, no descansas por las noches y llevas una vida sedentaria no existirá el ánimo y la motivación para llevar una alimentación sana”, destaca la especialista.
La nutrición integrativa no solo es eficaz para mejorar los síntomas de enfermedades, sino que su principal objetivo es la prevención. «Porque si estás bien en todos los aspectos de tu vida, es más difícil que las dolencias se desarrollen, sobre todo las crónicas».
En resumen, la nutrición integrativa se revela como un tesoro poco conocido pero poderoso para alcanzar y mantener una vida saludable, previniendo el desarrollo de enfermedades crónicas y promoviendo el equilibrio integral que cada individuo merece.
Es fundamental recordar que este enfoque debe ser guiado por profesionales, ya que cada paciente es único y requiere un tratamiento personalizado para obtener los mejores resultados.